Hempel, Semmelweis y la fiebre puerperal. ¿Podría repetirse un caso similar en la medicina actual?



Carl Hempel (1905-1997), en su modelo de contraste de hipótesis, presenta el proceso científico como una combinación de deducción, inducción y abducción o inferencia a la mejor explicación (IME), en el que  la hipótesis es el eje central. Para apoyar su modelo se sirve de varios ejemplos, entre ellos, los trabajos de Semmelweis sobre la fiebre puerperal.

Ignaz Semmelweis (1818-1865) trabajó como obstetra en el Hospital General de Viena, donde realizó una serie de estudios, entre 1844 y 1848, sobre la fiebre puerperal que se producía en los días siguientes al parto y se asociaba a una alta mortalidad. Semmelweis observó una diferencia significativa en la frecuencia de la enfermedad entre las dos divisiones maternales del hospital. Para intentar explicar este fenómeno propuso varias explicaciones o hipótesis, que intentó comprobar directa o indirectamente.

Las cuatro primeras hipótesis analizaban las explicaciones de la afección más aceptadas en ese momento. Todas las pudo descartar por observación directa.

1) Las influencias epidémicas. Algunos antecesores de Semmelweis habían clasificado la fiebre posparto como una enfermedad contagiosa o epidémica causada por los miasmas, efluvios nocivos del aire, el agua o el suelo. Esta explicación no se sostenía porque el problema estaba circunscrito específicamente a una división maternal, y las pacientes que daban a luz antes de llegar al hospital no contraían la enfermedad.

2) El hacinamiento. En este caso, hubiera tenido los efectos contrarios, porque era mayor en la otra división.

3 y 4) La dieta y el cuidado general. Eran similares en ambas divisiones, por lo que no podían marcar la diferencia.

Eliminadas las causas conocidas (o aceptadas), pasó a explorar distintos elementos diferenciadores entre ambas divisiones. Generó nuevas hipótesis que intentó corroborar empíricamente:

5) Las lesiones producidas por reconocimientos realizados por estudiantes de medicina, solo en esa división. A este respecto, respondió que las lesiones del parto eran mayores, y que las comadronas realizaban reconocimientos similares en la otra división. Aún así, sometió la hipótesis a una prueba experimental y se suprimieron los reconocimientos físicos por los estudiantes. Sin embargo, la mortalidad, que inicialmente había descendido, aumentó y superó los porcentajes previos a la medida.

6) Reacción psicológica asociada al terror provocado por el recorrido del sacerdote que acudía a dar la extremaunción. En la otra división, el acceso del clérigo a la moribunda era directo y el resto de las pacientes no estaban sometidas a ese estrés. Se modificó el recorrido de forma que no fuera percibido por otras pacientes. No hubo cambios en la mortalidad.

7) Posición de las pacientes en la cama. En una división se acostaban en decúbito lateral, y en la otra, en decúbito supino. Se corrigió la postura, pero no se observaron cambios.

8) Envenenamiento de la sangre por partículas cadavéricas. Esta teoría surgió a raíz de la muerte de un colega que falleció con síntomas similares a las enfermas de fiebre puerperal, tras herirse con un escalpelo durante una disección. En su división, los reconocimientos físicos a las parturientas se realizaban después de las autopsias, tras un lavado de manos convencional. Planteó que la contaminación con materia cadavérica, podía contagiar a las pacientes durante la exploración interna, por un lavado de manos insuficiente. En la otra división, las matronas no realizaban autopsias, por lo que no se contaminaban. Y a las mujeres que daban a luz antes de llegar al hospital no se les realizaba ningún reconocimiento interno. Además, los recién nacidos habrían contraído la afección a través de la sangre contaminada de sus madres enfermas. Decidió poner a prueba su hipótesis mediante la modificación de este factor. Instauró el lavado de manos con hipoclorito cálcico antes de los reconocimientos, lo que consiguió disminuir la frecuencia de la enfermedad y la mortalidad hasta niveles inferiores a los de la otra sección. A partir de observaciones posteriores, añadió que también se podía contagiar la afección a través de las partículas  pútridas de lesiones purulentas de pacientes vivas.

 

¿Por qué las experiencias de Semmelweis apoyarían el modelo científico de Hempel?

Se pueden distinguir tres formas de razonamiento:

La deducción, en la que si las premisas son válidas, la conclusión, que deriva directamente de ellas, también lo será.

La inducción, en la que aunque las premisas sean válidas, la conclusión no siempre lo es, porque no deriva directamente de las premisas, sino que supera su alcance y aporta algún elemento nuevo. Pueden aplicarse distintos tipos de inducción como la generalización, de casos particulares se extrae una conclusión general; la inducción estadística‑probabilística, se parte de los datos particulares obtenidos de una muestra o conjunto limitado representativo del grupo total o población, a la que se infieren las conclusiones, porque el estudio de toda la población sería impracticable; la inducción eliminativa, se van descartando las opciones que no encajan, y la inducción por analogía, se comparan dos situaciones similares y se infieren las observaciones de una a la otra. En todas ellas existe un grado de incertidumbre porque o bien no se pueden analizar todos los casos, o bien aquellos de los que se parte no son idénticos al objeto de estudio.

La abducción o inferencia a la mejor explicación (IME). Se propone una teoría que es aceptada como la mejor explicación de los hechos.

 

En el modelo de Hempel, a diferencia de los positivistas, la hipótesis no deriva por inferencia inductiva de los hechos obtenidos, de forma objetiva, con anterioridad a la formulación de la hipótesis —de los casos particulares se deriva un enunciado de carácter general—. Sino que las hipótesis se inventan para intentar explicar estos hechos. De manera similar al modelo de Popper, las hipótesis son conjeturas, no leyes universales. Según Hempel, sería impracticable registrar la inmensidad de casos posibles antes de formular una hipótesis. Por tanto, habría que limitarse a seleccionar los hechos relevantes, y es la hipótesis y no el problema lo que determina la relevancia. En consecuencia, los pasos anteriores al enunciado de la hipótesis no son lo que otorga objetividad y rigor al estudio, sino la contrastación posterior de la hipótesis mediante la experimentación.

En este modelo, para intentar explicar un problema, se propone una hipótesis H y una circunstancia específica derivada de ella (I, implicación contrastadora de la hipótesis), que implica hechos observables y susceptibles de intervención. De esta forma, si se puede demostrar experimentalmente I, entonces H también es verdadera, de acuerdo con el razonamiento deductivo. Sin embargo, esto no es siempre cierto. De hecho, Semmelweis tuvo que ampliar su explicación de las partículas cadavéricas a las partículas pútridas. Lo cual nos llevaría al razonamiento de Popper, solo se puede demostrar que una hipótesis es falsa, no que es verdadera. Sin embargo, si aceptamos este pensamiento, estaríamos muy limitados, sobre todo en medicina. Si no podemos verificar ninguna hipótesis, ¿cómo vamos a decidir el diagnóstico o el tratamiento de un paciente? Hempel defiende que el contraste de hipótesis permite tanto la falsación (Popper) como la verificación (positivismo); pero hay que añadir un matiz del razonamiento inductivo, no se obtiene una certeza absoluta, solo un grado de probabilidad. Hay que asumirlo y actuar en consecuencia.

Semmelweis, de acuerdo al modelo de Hempel, parte de la observación de un fenómeno o problema: la diferencia en la frecuencia de la fiebre puerperal entre ambas divisiones maternales. Y propone varias hipótesis para intentar esclarecerlo. Primero analiza las explicaciones habituales de la época y las descarta por la observación directa, mediante un proceso de inducción eliminativa. A continuación, inventa distintas hipótesis en las que plantea varios factores diferenciales como posibles agentes causales, a los que asocia situaciones específicas que puede someter a experimentación (implicación contrastadora de la hipótesis). La modificación de estos factores no altera la mortalidad, por lo que si no se cumple I, se rechaza H. Finalmente, mediante un proceso de inducción por analogía, a partir de las observaciones de la muerte de un colega que presenta un cuadro similar a las pacientes con fiebre puerperal, propone su hipótesis del contagio por partículas cadavéricas mediante las manos contaminadas de los médicos y estudiantes. Modifica el factor del lavado de manos, y con ello consigue reducir la frecuencia de la enfermedad y la mortalidad. Por lo que si I es verdadera, H también. Ahora bien, posteriormente tiene que ampliar su teoría a las partículas pútridas. Por tanto, aunque su explicación no es absolutamente definitiva y certera, sí es la que mejor explica el problema (inferencia a la mejor explicación).


¿Se podría repetir un caso similar en la actualidad?

Los estudios de Semmelweis fueron duramente criticados y rechazados en su época. Los detractores de su teoría argumentaban, entre otros motivos, que iba en contra de  los conocimientos científicos aceptados, que resultaba insultante para la profesión y que presentaba  inconsistencias como el haber tenido que ampliar sus conclusiones para incluir las partículas pútridas. Sus conclusiones no fueron aceptadas hasta los descubrimientos de Louis Pasteur (1822-1895), que iniciaron el campo de la microbiología. Posteriormente, le reconocieron sus contribuciones a la antisepsia y al conocimiento de la transmisión vertical de las enfermedades infecciosas de la madre al feto.

Visto desde nuestra época, el rechazo feroz a Semmelweis, además de triste, equivocado y peligroso, iría en contra de los fundamentos de la medicina actual. A la medicina en particular, igual que a la ciencia en general, se le exige la objetividad y el rigor que se pueden obtener mediante el contraste experimental de las hipótesis, como plantea Hempel. Así como un espíritu de autocrítica capaz de admitir que los conocimientos actuales pueden cambiar y evolucionar con el tiempo y los nuevos hallazgos. Estas características sirven para diferenciar la ciencia de la pseudociencia. Los argumentos en contra de Semmelweis reflejan la falta de autocrítica de los médicos de la época y un pobre entendimiento del procedimiento científico. A un estudio se le puede exigir, como ya se ha dicho, que sea objetivo, sistemático y riguroso. Pero no se le puede exigir que sus resultados sean favorables o que aporten una certeza absoluta, incluso los resultados desfavorables pueden tener relevancia. Hay muchas enfermedades cuya causa no se ha podido determinar hasta el desarrollo de campos como la genética o la biología molecular, o la aparición de nuevas técnicas diagnósticas. Sin embargo, se diagnosticaban y trataban con los medios disponibles, en base a estudios de investigación correctamente realizados. En este sentido, no estaría justificado que casos como el de Semmelweis volvieran a repetirse en la actualidad.

 

Bibliografía

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Schreiner S. Ignaz Semmelweis: avictim of harassment? Wien Med Wochenschr. 2020; 170(11): 293–302. doi: 10.1007/s10354-020-00738-1

Semmelweis IP. TheEtiology, Concept and Prophylaxis Of Childbed Fever (excerpts). Social Medicine 2008;3(1):4-12.


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