Los preprints: ni tan buenos ni tan malos

 

Imagen de Foundry Co en Pixabay.

Lo primero que podríamos preguntarnos al leer el titular sería: ¿qué es un preprint y por qué genera tanto debate?

Para simplificar, el preprint o prepublicación es un formato que utilizan los científicos para dar a conocer sus investigaciones a través de un repositorio o base informatizada de artículos científicos. Y la controversia radica en su contraposición con la forma tradicional de publicación en revistas científicas.

La discusión abarca la validez de los artículos, su calidad, nivel de evidencia y repercusión tanto en el ámbito científico como en los medios de comunicación, las redes sociales y la población general.

 

Validez, evidencia y repercusión

La validez de un estudio depende de si su diseño y ejecución son los adecuados para responder a la pregunta que se plantea, y de si las conclusiones se derivan de los resultados obtenidos.

Tras comprobar la validez, ¿cuál es su nivel de evidencia?, ¿qué valor tiene la información que aporta? En medicina, los estudios o publicaciones se ordenan jerárquicamente de mayor a menor nivel de verisimilitud de la evidencia en metanálisis de ensayos clínicos aleatorizados (ECA), ECA con muestras grandes, ECA con muestras pequeñas, ensayos prospectivos controlados no aleatorizados, ensayos retrospectivos controlados no aleatorizados, estudios de cohortes, estudios de casos y controles, series clínicas no controladas, estudios descriptivos (encuestas, registros, bases de datos, etc.), dictámenes de comités de expertos, conferencias de consenso, la opinión de un experto, anécdotas clínicas o casos aislados (Diccionario de la Real Academia de Medicina). Ahora bien, el valor dependerá también de la información disponible. Por ejemplo, en algunas enfermedades raras con pocos pacientes, los casos clínicos serán la mejor evidencia, porque es la única disponible, y tendrán un gran impacto en la práctica clínica.

La repercusión de un artículo en el ámbito científico se suele medir por el número de citas que recibe, es decir cuántos trabajos posteriores lo incluyen como referencia. También se puede valorar su alcance en los medios de comunicación, cuántas piezas periodísticas genera y de qué tipo; en las redes sociales, ¿cuántas veces se menciona o comparte información relacionada?, y en la sociedad en general, su trascendencia en la vida diaria de los ciudadanos.

 

Revistas científicas

Tradicionalmente, los investigadores publican sus trabajos una vez finalizados en las revistas científicas. Esto implica un proceso en varias fases que puede durar meses: valoración de la adecuación del tema y de la calidad inicial del manuscrito por el equipo editorial; revisión por pares, es decir, por al menos dos especialistas de una categoría similar a la de los autores; resolución de dudas y correcciones, y publicación en formato físico o digital. Se puede publicar con acceso restringido (el lector tiene que pagar para consultarlo) o abierto (el autor paga por publicar y el lector puede consultarlo gratis). El trabajo puede ser rechazado en cualquier momento del proceso y solo se puede mandar a una revista al mismo tiempo.

La categoría de la revista se suele medir por su factor de impacto (FI), el número de citaciones que reciben sus artículos, lo que la sitúa en distintos cuartiles. Teóricamente las revistas de los primeros cuartiles son las más leídas y tienen mayor repercusión en el panorama científico.

En el currículum del investigador, tienen más peso las publicaciones en revistas con mayor FI, por lo que son su principal objetivo. Sin embargo, estas suelen ser más selectivas con un alto porcentaje de rechazos. Además, no siempre asegura su visibilidad; depende también del tipo de acceso. Un artículo con acceso abierto en una revista de menor categoría puede ser más consultado y citado que otro en una revista de los primeros cuartiles, pero de acceso restringido.

Los defensores de este formato de publicación defienden el sistema de revisión por pares como  un mecanismo para controlar la calidad de las publicaciones. Sus detractores esgrimen que la revisión por pares no garantiza absolutamente ni la validez ni la calidad. Algunos artículos publicados han tenido que ser retirados posteriormente. Además, el proceso puede resultar excesivamente lento para la velocidad con la que progresa la ciencia, y se necesita financiación para costear los altos costes del acceso abierto.

Por estos inconvenientes los científicos han empezado a publicar sus investigaciones en redes sociales, blogs y páginas web, personales o institucionales, y en repositorios de artículos preprint.

 

Preprint o prepublicación

Los investigadores pueden subir sus trabajos directamente en los repositorios sin haber pasado una revisión por pares, lo que supone un inmenso ahorro de tiempo. Esta falta de revisión es la principal crítica que reciben los repositorios y que pone en duda la validez y calidad de los artículos. No obstante, están expuestos al escrutinio de otros científicos que puede publicar sus críticas, y pueden ser modificados posteriormente o, incluso, retirados.

 

Repercusión mediática de los preprints en la pandemia de COVID-19

Durante la pandemia, la necesidad urgente de información sobre el coronavirus dio lugar a una avalancha de preprints. Por su parte las editoriales de revistas científicas llegaron a un acuerdo para facilitar en abierto todos sus contenidos sobre el tema.

El artículo de López Cózar y Martín Martín de 2020, La viralidad de la ciencia defectuosa: el contagioso impacto mediático de un preprint en bioRxiv sobre el coronavirus y sus efectos en la comunicación científica, analiza cómo un preprint publicado en el repositorio bioRixv sobre la similitud genética entre el SARS-CoV-2 y el VIH fue muy criticado, lo que obligó a los autores a retirarlo de la plataforma y solo recibió dos citaciones. Sin embargo, se convirtió en una de las investigaciones más compartidas en las redes sociales y los medios de comunicación.

En mi opinión, tanto las revistas especializadas como los repositorios de preprints tienen su función. Las prepublicaciones permiten un acceso más rápido a las investigaciones que se están llevando a cabo en ese momento, lo que en situaciones como la pandemia es crucial. Es cierto que al no pasar la revisión por pares pueden contener más errores, pero se podrán resolver posteriormente. Y como se ha comentado con el caso anterior, la propia comunidad científica actúa como revisor externo para garantizar su calidad. Y si se detecta una falta grave de validez, se puede retirar y queda en el olvido.

No creo que el problema resida tanto en el sistema de los preprints, sino en el uso que se puede llegar a hacer de ellos fuera de la comunidad científica. El repositorio advierte del tipo, el estado y los posibles errores de los artículos. Y tras retirarlo, publicaron una retractación.

Deberían tratarse con el mismo espíritu crítico que cualquier otra fuente de información, científica o no; incluso de forma más severa por la gran repercusión social de las noticias médicas. Habría que contrastarlos con otras fuentes, contextualizarlos y avisar de sus limitaciones. Esta falta de rigor, muy extendida en las redes sociales, es una tendencia preocupante. Y refleja la cultura de la inmediatez frente al valor de la crítica y la reflexión.


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